
El historiador y periodista Héctor López Martínez falleció este lunes en Lima a los 90 años. Nacido en la capital el 22 de septiembre de 1935, dedicó buena parte de su vida profesional a El Comercio, donde fue jefe de la página editorial, director y responsable de los departamentos de investigación periodística, archivo y ediciones. Su nombre, estrechamente ligado a este medio, se convirtió en sinónimo de rigor analítico y compromiso con la verdad histórica.
Doctor en Letras por la Pontificia Universidad Católica del Perú, especializado en Historia y Geografía, López Martínez también realizó estudios de Derecho y cursó una especialización en la Universidad de Sevilla. Fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica para investigar en el Archivo General de Indias. En paralelo a su labor periodística, ejerció la docencia universitaria en la PUCP, la Universidad de Lima y la Universidad Ricardo Palma, formando generaciones de estudiantes en Historia del Perú y de América
Su trabajo trascendió las aulas y las redacciones. López Martínez ocupó cargos en el Instituto Riva Agüero, en el Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú y fue miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, así como miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia de España. También desempeñó responsabilidades públicas, entre ellas la secretaría permanente de la Comisión Nacional de la UNESCO en el Perú, la dirección de la Biblioteca Nacional y el viceministerio del Interior durante el segundo gobierno de Fernando Belaúnde.
Con una amplia producción bibliográfica, entre sus obras destacan “Diego Centeno y la rebelión de los encomenderos”, “Notas sobre Grau”, “Piérola y la defensa de Lima”, “Historia Marítima del Perú”, “Miguel Grau: marino y ciudadano” y “Los 150 años de El Comercio”, en la que dejó patente su conocimiento de la historia institucional de este diario.
López Martínez recibió múltiples distinciones nacionales e internacionales, entre las que se cuentan las Palmas Magisteriales, la Orden de Isabel la Católica de España y la Medalla Naval de Honor al Mérito.
Para El Comercio, su partida es también la despedida de uno de sus más notables intelectuales. Su nombre está inscrito en la historia del diario por su impulso a áreas de investigación periodística y archivo, preservando la memoria del país.










