Jorge Sanjinez, uno de los peruanos que participó en el Desembarco de Normandía, volvió a esa región francesa tras 75 años. (Archivo El Comercio / Juan Ponce)
Jorge Sanjinez, uno de los peruanos que participó en el Desembarco de Normandía, volvió a esa región francesa tras 75 años. (Archivo El Comercio / Juan Ponce)
Renzo Giner Vásquez

Los trazos que dejaban las balas en el cielo y los cadáveres flotando en la playa de Courseulles-sur-Mer, en la costa de la región francesa de , eran algunos de los primeros recuerdos que se le venían a la mente a la tarde de diciembre del 2015, la primera vez que recibió a El Comercio en su casa. 

Estaba a punto de cumplir 100 años, tenía problemas para escuchar y se apoyaba en un bastón para caminar, pero su memoria era envidiable. Su testimonio en aquella oportunidad sirvió para darnos cuenta de que, pese a que el Perú se mantuvo oficialmente neutral durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, estuvimos presentes de otras formas. 

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Sanjinez nació el 24 de enero de 1917 en Moquegua, pero pasó parte de su infancia en Bolivia, junto a su familia. Los golpes que sufrió a manos de su padre provocaron que a los 12 años escapara de su casa y llegara a Lima. En la capital tuvo que vivir en la calle, alternando entre plazas, jirones e incluso un espacio dentro de un burdel. 

Con el tiempo consiguió un trabajo en el desaparecido hipódromo de San Felipe, en Jesús María. Para 1942, con 25 años, un amigo se le acercó para darle una noticia que le cambiaría la vida. "La embajada de Bélgica está buscando soldados para ir a la guerra", le dijo. 

Una frustrada postulación a la Marina de Guerra cuando tenía 16 años, en la que fue considerado médicamente no apto por un presunto problema cardíaco, hacía que Jorge guardara dudas sobre si serviría de algo presentarse. Sin embargo, no tener mayor arraigo en la ciudad lo animó a intentarlo.  

"Cuando fuimos para el examen de la embajada le adelanté a mi compañero que yo no iba a pasarlo por ese problema", nos contó Sanjinez en el 2016. 

Ocho médicos los examinaron. Tres días después fue a recoger los resultados. "El médico me dijo que estaba excelente. Casi colapso, ¡me habían aceptado!". 

Tras conseguir un permiso presidencial -el Perú se mantenía neutral en la guerra- envió sus documentos a Inglaterra, país encargado de coordinar a las fuerzas belgas que en 1940 se habían exiliado de su país tras la capitulación del rey Leopoldo III ante los nazis. 

Treinta días después llegó una carta a su casa: había sido aceptado, ahora era parte de la Brigada Pirón y en 5 días, el 11 de enero de 1943, debía abordar un barco que recogería a voluntarios chilenos y argentinos para llevarlos a EE.UU. Una nota le indicaba, además, que debía portar su pasaporte peruano, por si los nazis interceptaban a la embarcación en el camino. 

En este punto es necesario aclarar que Sanjinez no fue el único peruano dentro de esa unidad. Una investigación de El Comercio publicada en el 2017 reconstruyó gran parte de la historia de los peruanos Luis Miguel Chirichigno, Arnoldo Zamora, Carlos Pérez Barreto y Carlos Oyanguren, además del francés André Layseca -quien luego se estableció en nuestro país-, todos ellos miembros de la Brigada Pirón. 

"Entramos a Nueva Orleans a través del río Misisipi. Fuimos a Miami en tren y de ahí nos volvimos a subir a otro tren que nos llevó a Nueva York", detalla Sanjinez. "[Estuvimos ahí] Tres o cuatro días, luego partimos hacia Montreal. Nos metieron en un tren y viajamos por 12 horas. Al bajar en Montreal nos llevaron al cuartel, ahí comencé a sentirme soldado. Estuvimos seis meses en Montreal hasta que un día nos dijeron: 'Mañana nos embarcamos para cruzar el Atlántico Norte, hay submarinos nazis en todo el océano. Acá empezó la guerra'. Viajamos en el Queen Mary, un barco acondicionado para llevar tropas. Durante ese viaje nos bombardearon al menos en dos ocasiones, pero teníamos tan buenas defensas que no tuvimos pérdidas". 

A fines de junio de 1943, se establecieron en Londres por un año, entrenando a diario, hasta que una noche un comandante entró a su habitación para anunciar un entrenamiento sorpresa. "Vamos a demorar cuatro días, así que lleven todas sus cosas", ordenó. Una vez en el barco, convocaron a una reunión en la que revelaron que no se trataba de un entrenamiento. Se dirigían a la guerra. 

"Señores, esto no es un entrenamiento, esto es Normandía". Un día después, el 23 de junio de 1944, desembarcaba del 'liberty ship' Henry Austin en la playa de Courseulles-sur-Mer. 

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Hoy, 75 años después, Sanjinez ha vuelto a la misma región francesa, invitado para participar de una ceremonia organizada por la Federación de Amigos de la Brigada Pirón. Con 102 años recorrió en su silla de ruedas el cementerio británico de Ranville, donde está enterrado el primer soldado belga abatido en la campaña de Normandía

En declaraciones a la Agence France Press dijo haber tenido la suerte de sobrevivir a la guerra. "Algo me decía: 'tú no vas a morir'", dijo. Aunque la supervivencia no significara algo totalmente positivo para él en ese momento. 

"Todos celebraban, tiraban sus gorras. Yo era el único que no lo hacía, para mí no era el fin de la guerra. Debía pensar en cómo sobrevivir cuando volviera al Perú. Sin embargo, la vida me tenía preparadas más sorpresas", contó a El Comercio en el 2016. 

En 1946 Sanjinez regresó a Lima y pasó los siguientes dos años como desempleado hasta que encontró un puesto en la antigua empresa de telefonía. Posteriormente se incorporó a la compañía aérea Faucett donde llegó a ocupar el cargo de gerente comercial hasta la década de 1970, cuando se jubiló.

Tiene cinco hijos y ha sido condecorado en seis ocasiones. La más reciente fue la que le entregó el gobierno de Francia en el 2017, la Legión de Honor en grado de caballero, máxima distinción en ese país. Aunque, probablemente, la más especial siga siendo la que recibió a nombre del rey de Bélgica. 

"La medalla más importante que me dieron fue por construir una pasarela [puente temporal en época de guerra] que nos permitió llegar a Bélgica. Es una medalla de valor”, nos contó en el 2016. 

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