
El papa Francisco tuvo un pontificado de 12 años, marcados por varias reformas y algunas polémicas.
Lo más importante fue el giro que dio con respecto de las denuncias de abusos sexuales y los encubrimientos en el seno de la Iglesia. También enfrentó la corrupción en el Vaticano y pidió acoger en la Iglesia a los homosexuales.
El Santo Padre fue un crítico de las políticas migratorias excluyentes. También lo fue de los tratados de libre comercio que, curiosamente, facilitan la migración legalizada.
Se opuso a los programas de austeridad de las agencias de crédito internacionales. Sin embargo, aplicó la austeridad en el Vaticano, reduciendo los salarios y los bonos por secretaría de los cardenales.
Francisco quiso reducir el déficit en el Vaticano, aunque no lo logró. En el 2022 fue de 33 millones de euros, y en el 2023, 83 millones. El fondo de pensiones tenía pasivos por 631 millones en el 2022.
El Papa fallecido estableció un plan de “déficit cero”. Su objetivo era una gestión de la Santa Sede más austera, transparente. Quería controlar el gasto.
A pesar de esta gestión de tipo “ortodoxo”, sus ideas económicas no lo eran. Llamó a la búsqueda desenfrenada de dinero “el excremento del diablo”. Fue en Santa Cruz, Bolivia, en julio del 2015. En ese discurso fue elogioso con Evo Morales.
Pedía aminorar la marcha (de la economía) para “recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano” (“Laudato si”, 114).
“Cualquier cosa frágil –escribió–, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”. Llamaba a un cambio de estilos de vida, de producción y de consumo. A la vez, quería frenar la exclusión de los menos favorecidos, de los pobres.
La historia económica demuestra que la pobreza se redujo cada vez que aumentaron la producción y el consumo. Si bien esta constatación no predica a favor de uno u otro estilo de vida, desconocerla resta posibilidades a la reducción de la pobreza.
Francisco tuvo razón en muchas cosas. Su preocupación por el medio ambiente es genuina y loable. Sus ideas económicas, sin embargo, no le habrían permitido conseguir su objetivo de mejorar la calidad de los procesos productivos.
El Papa que nos deja era carismático y horizontal en sus relaciones. Era sencillo y muy humanitario. Nada de eso, sin embargo, garantiza el acierto o el desacierto de sus ideas económicas.