Carlos RuncieTanaka se rinde ante el poder del fuego y presenta una serie integrada por “fallas de cocción” en homenaje a la labor de Yoshitaro Amano.
Carlos RuncieTanaka se rinde ante el poder del fuego y presenta una serie integrada por “fallas de cocción” en homenaje a la labor de Yoshitaro Amano.

Por Carina Moreno
​El vínculo del hombre con el fuego se genera en los albores de la humanidad. El dominio del fuego generó la evolución de la forma como este vivía y se alimentaba, pero la pregunta es ¿realmente dominamos al fuego? La respuesta parece tenerla el ceramista Carlos RuncieTanaka, quien hasta el 30 de junio presenta la exposición “El fuego no hace concesiones” en el Museo Textil Precolombino Amano en Miraflores como parte de las actividades por los 120 años de la Inmigración Japonesa.
El artista ha reunido una selección de piezas deformadas por el fuego, las que ha buscado vincular con piezas Chancay que forman parte de la colección del museo y que también fueron “fallas de cocción”.

“Decidí proponer un trabajo que tuviera que ver con el oficio de la transformación del fuego más que con el estudio o el despegue estético de un artista visual. Creo que los objetos presentados son testimonios de la fuerza de fuego, del azar y esos avatares y esas pruebas que hace un ceramista, que trabaja día a día tratando de conseguir efectos especiales y dominar el material, hacerlo dócil al trabajo, que no sufran estas deformaciones y para eso hay que tener un control muy específico de la cocción”, dice Runcie.
Él considera que “es importante la técnica y la ciencia de este oficio pero hay algo que sobrepasa todo, ese poder hace que esa ciencia no sea tan exacta y depende también de los conceptos propios y la formación de uno"

S/t, una de las piezas de "El fuego no hace concesiones".
S/t, una de las piezas de "El fuego no hace concesiones".

Dejarse llevar por el fuego
El ceramista, formado en Brasil, Italia y Japón, cuenta que algunas de estas piezas nacieron en el proceso de experimentación y diálogo con el fuego. “Me dejo llevar por él”, añade y permite que el horno le devuelva lo que considere. Esta visión que puede parecer “fatalista” tendría como base sus estudios iniciales de Filosofía en la PUCP. "El destino (...) la causa eterna de las cosas en virtud de la cual llegaron a ser hechos del pasado, son hechos del presente y serán los del futuro".

Dice Runcie: “El ceramista aprende el oficio día a día: cómo manejar los materiales y cómo controlar la cocción. No siempre es posible conseguir lo que se desea, muchas veces algún error en la manipulación de materiales, preparación de pastas, control del calor pueden cambiar los planes y vencer la resistencia del material y la forma preexistente; entonces, esta colapsa y se deforma. Algunas veces la deformación de las piezas es casual, no prevista, y en otros momentos hay una expectativa –alentada por la experiencia-, en torno al ‘accidente’ como resultado del proceso de cocción. Siempre queda el asombro y la sorpresa del resultado final que no depende solamente de la voluntad del ceramista, sino de muchos agentes que intervienen en el proceso y, sobre todo, el poder transformador del fuego que no hace concesiones".

Vista de la sala, en el Museo Amano
Vista de la sala, en el Museo Amano

El artista acepta, desde su formación en Oriente, la crueldad de la naturaleza para transformar las piezas y darles una perfección “no simétrica” (como la concebimos en occidente) asumiendo las “imperfecciones” como virtudes para avanzar en el conocimiento. Solo quien se equivoca y vive el proceso, es capaz de seguir avanzando en el proceso de aprendizaje.
"En algunas culturas orientales y en países como el Japón, justamente se respetan estos errores como parte del proceso natural del trabajo —y la vida— y las piezas defectuosas adquieren una especial dimensión estética".

La estética del asombro
“El asombro, que como hombre del siglo XXI me produce la belleza inesperada de las piezas denominadas fallas de cocción, me adentró en el proceso de preparación que ha sido enriquecedor por la reflexión especulativa sobre significados y relaciones entre mi obra y los objetos precolombinos dispuestos en la sala”, reflexiona Runcie.
“Por esta razón —agrega— siento que esta exposición es un homenaje al oficio de la cerámica y el poder del fuego transformador, a los ceramista anónimos del Perú prehispánico en la Cultura Chancay y a Yoshitaro Amano (fundador del Museo Amano), que entrelazó su identidad a la cultura milenaria andina, y nos legó su sabiduría junto con su colección de objetos, que atesoró hasta el final de su vida”.

Lo interesante es el factor que une a todos estos trabajos (contemporáneos y prehispánicos) y es sin duda la acción transformadora del fuego que (muchas veces) no hace concesiones. Esto nos causa gran asombro y los objetos son de especial belleza, tienen un carácter intenso y sellan un momento muy especial en el proceso del trabajo con la cerámica.

Contenido sugerido

Contenido GEC