Abby Ardiles

¿Qué pensar cuando, de un año a otro, un jirón de quintas y casitas despierta bajo la sombra de un edificio imponente, con ventanas polarizadas o cegadas? La respuesta lógica: viviendas. Pero en Barrios Altos, en los alrededores del Mercado Central y Mesa Redonda, la realidad es otra. Son almacenes clandestinos, repletos de mercadería inflamable y prohibida, ocultos a plena vista.

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