Un Liébana plagado de monstruos ocupa casi toda la pared de la sala. Hay varios Companion —pequeñas esculturas moldeadas por el artista estadounidense Kaws— regados por todos lados. Un tornamesa Sansui de grandes dimensiones y un pesado amplificador Pioneer ocupan espacio junto a unas cajas llenas de vinilos. Al medio de todo, sentada en un sofá, la modelo Giuliana Montalbetti (Callao, 1995) explica por qué nunca encajó con las personas de su edad.
De fiestas, ni hablar. Una copa de vino y ver documentales con su pareja suena mucho mejor. La música electrónica no es de su agrado, mucho menos el reguetón. Ella prefiere el rock: Grateful Dead, The Allman Brothers y Guns & Roses están entre sus preferidos. “Me gustan las melodías, la armonía, y los equipos que hay aquí [en su casa] permiten escucharlas sin ninguna distorsión”, comenta para luego explicar que prefiere los vinilos y los atesora porque mantienen la calidad del sonido.
Siempre supo que era distinta al resto de su promoción. Mientras otros usaban audífonos todo el día, ella prefería prestar atención a los libros. También destacó por su altura, y aunque la molestaban por ello, jamás se sintió avergonzada. “Vengo de una familia donde todos son altos —dice la modelo que mide 1,83 m —, así que para mí es normal. Mi papá mide dos metros”.
Su talla y su cuerpo espigado, por el contrario, le dieron la oportunidad de practicar una de las artes que hasta ahora ama: el ballet. Montalbetti recuerda los viajes de dos horas que hacía desde La Punta —donde creció— hasta La Calera, en Surquillo, donde funciona hasta ahora la Escuela Nacional Superior de Ballet.
“Yo vivía en Arrieta y un día normal en mi vida era ir al cole, regresar a casa para agarrar mi táper con mi almuerzo e irme corriendo al ballet. En la combi hacía mis tareas y me ponía a leer para que el viaje no fuera una tortura. Me quedaba en la escuela hasta las 8:30 o 9 de la noche y luego me regresaba con mi hermana, y eran otras dos horas de viaje”, recuerda.
Gracias a su preparación en esa y otra escuela subió al escenario del Gran Teatro Nacional y del Teatro Municipal del Callao, para bailar en montajes como “Pedro y el lobo” y “Cascanueces”. “Me dio pena dejarlo, pero tenía 15 años y quería salir con mis amigos, ir a reuniones. Dos años después, cuando intenté retomarlo, ya no pude. Había perdido fuerza, flexibilidad y no me podía parar en puntas”, añade.
—Despertar a la moda—A Giuliana Montalbetti —flamante imagen de la edición Otoño/Invierno LIF Week 2019 — la descubrieron vía Facebook. El ‘fashion stylist’ Joaquín Palacín vio potencial en ella y no dudó en escribirle. Gracias a él conoció al recordado Gerardo Privat, quien entre el 2014 y 2015 la llevó al ‘fitting’ de LIF Week y luego la invitó a ser una de sus maniquís. “Desde entonces, empecé a trabajar con Gerardo y su hermana. Ellos fueron los primeros que me dieron la oportunidad de desfilar y mostrar mi talento”, recuerda.
Giuliana ya había modelado antes, pero con Privat llegó (digamos) a otro nivel. Sus consejos le ayudaron a ser la modelo de alta costura que en la edición pasada del LIF Week ganó el premio a la mejor maniquí de la pasarela. Hoy, a pocos días de la nueva edición de la Semana de la Moda de Lima, la joven se prepara con esmero: de lunes a viernes cuida mucho su alimentación; por las mañanas desayuna huevos con café y por las noches cena carne o pescado. “Pero los fines de semana —dice— no me restrinjo y como lo que me gusta, y me puedo pedir un pollo a la brasa. Si no no disfrutaría”.
—Todo está conectado—En la mesa de centro de la sala de su casa hay un libro que llama la atención: “Breves respuestas a las grandes preguntas” de Stephen Hawking. La curiosidad, afirma Montalbetti, es una de sus cualidades. Fue por eso que empezó a estudiar programación e informática en Cibertec. “En el mundo de hoy tienes que saber programar porque todo se hace on line. Y no me refiero a hacer páginas web. Para ponerlo de otra forma: quería aprender ese idioma. Todavía no entiendo por qué a la gente le sorprende”, comenta.
Luego de dos ciclos, la joven decidió seguir por su cuenta. “Ya había aprendido el lenguaje, así que era momento de ir por mi lado”, agrega la modelo que sigue estudiando con la ayuda de Internet, su gran aliado. Y lo es porque fue desde esta plataforma que conquistó las pasarelas. Giuliana no estudió en academia alguna, sino que se formó viendo videos de supermodelos como Naomi Campbell. Ahora, con una carrera que apunta hacia otros continentes, ya sabe cuál es el secreto: “Todo tiene que ver con la actitud, con sentirse confiada, sino vas a tambalear con unos tacos de 15 cm”.
Ya con el LIF Week a puertas, Giuliana Montalbetti afirma que preferiría que en las pasarelas sonara música clásica, aunque no le disgusta la electrónica que acompaña su andar ante el público. “Es verdad que cada una tiene su propio paso y su forma de caminar, pero sobre la pasarela todas tenemos que seguir el mismo beat, nuestros pasos tienen que coincidir con cada golpe y vaya si es difícil que todas coordinemos”. Felizmente, para ella, el ballet fue una buena escuela.
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