
Se inició el juicio a los golpistas del 7 de diciembre del 2022, oportunidad para, revisitando portadas de El Comercio, recordar cómo se fue tramando ese delito.
Octubre 12 del 2022: “La fiscal de la Nación denuncia a Pedro Castillo ante el Congreso”. Viernes 14: “Pedro Castillo y sus aliados redoblan la ofensiva contra el Congreso y la fiscalía”. Jueves 20: “Castillo usa a la OEA para deslegitimar las investigaciones”. Noviembre 8: “PJ rechaza pedido para anular denuncia de fiscal contra Castillo”. Miércoles 9: “Ejecutivo recurre a una cuestión de confianza que es improcedente”. Sábado 26: “Castillo nombra en PCM a investigada por corrupción”. Miércoles 30: “Presentan tercera moción para vacar a Pedro Castillo por incapacidad moral”. Diciembre 7: “Castillo pidió S/2 millones a Alvarado para evitar que sus sobrinos vayan a prisión”.
Ese mismo día, Pedro Castillo, apurado por la posible vacancia de esa tarde y aterrado por las denuncias fiscales, da un golpe de Estado. Disolvió el Congreso y anunció uno nuevo con facultades constituyentes. Declaró en reorganización al Poder Judicial, el Ministerio Público, la Junta Nacional de Justicia y el Tribunal Constitucional. Fue inequívoco en sus intenciones, pero pésimo evaluando la lealtad de los comprometidos.
En esta agitada semana, Dina Boluarte (partícipe de la estrategia castillista hasta la hora nona) nos ha anunciado que ahora se cocina un golpe contra ella, por parte de la fiscalía y con complicidad de medios de comunicación.
Quizás no ha sido solo un nuevo exabrupto sino también una reacción calculada, conscientes que su relación privilegiada con el Congreso corre riesgo de acabarse luego del 12 de abril en que, convocadas las elecciones, la estabilidad de los congresistas está asegurada hasta julio del 2026.
Dado que casi todos aspiran a ser reelegidos. Y, siendo así, serán fácil blanco de las previsibles embestidas de los candidatos de los 40 nuevos partidos que necesitarán municiones para ganar simpatía de los electores. Para ello, nada más rentable que hacerlos puré por su abierto apoyo y complicidad con una presidenta repudiada por casi el 90%.
La única forma de hacer control de daños sería vacar a la presidenta bastante antes de que caliente la campaña electoral. Pero ¿cuál sería la causal? Cualquiera. Sabemos que, cuando los congresistas actúan en función de sus particulares intereses, su creatividad se vuelve inagotable.
Quizás el mensaje antifiscalía de Boluarte y la patética solidaridad de los ministros con su indefendible colega de Interior buscaba reforzar la sintonía con el Congreso, ante la inminencia de una posible ruptura del romance.
No sería casual, por tanto, que ella haya mencionado como la virtud que más la impresionaba de Santiváñez era estar sacando “caviares” del Mininter. La inmediata reacción de Vladimir Cerrón, el prófugo menos buscado, fue: “Soy crítico de la usurpadora Boluarte [...] pero que enfrente abiertamente a los caviares es lo correcto”. Eso lo hermana con no pocos congresistas de Fuerza Popular y de otras bancadas obsesionados por lo mismo.
Aun así, me caben serias dudas del éxito de Boluarte en apaciguar a quienes, inspirados por el operador de moda, estarán diciéndose: “Para seguir en el Congreso, todo vale”.
Coda: después de que Sol Carreño pusiera en evidencia que el titular del Interior accedió previa e ilícitamente a un reportaje sobre graves acusaciones en su contra, este partió de viaje de trabajo a Europa, para relajarse luego de tan sacrificada labor. Entre tanto, por estos lares, la Dirincri daba cuenta de que el peor incendio en muchos años habría sido causado por extorsionadores, y el Sinadef informó de 380 homicidios en lo que va del año; el más horrendo, el de la esposa y la hija de 11 años de un mototaxista que no se dejaba extorsionar.