Si bien pesarnos puede ayudar a mantener una vida balanceada o detectar cambios en nuestro físico, hay muchos otros indicadores que debemos tener en cuenta, como el nivel de grasa o índice muscular. (Foto: iStock)
Si bien pesarnos puede ayudar a mantener una vida balanceada o detectar cambios en nuestro físico, hay muchos otros indicadores que debemos tener en cuenta, como el nivel de grasa o índice muscular. (Foto: iStock)
/ Antonio_Diaz
Maca Bustamante

Desde que tenemos uso de razón, se nos ha dicho que el número en la balanza dicta nuestra salud. Vivimos ; nos pesamos al despertar, después de comer, antes y después de entrenar, como si ese número tuviera el poder de definir nuestro valor o bienestar real. Se le ha dado tanto ‘peso’ a lo que dice la balanza que en el camino hemos olvidado un pequeño (gran) detalle: el peso corporal es uno de los indicadores menos fiables para medir tu bienestar. ¿Por qué? Te lo explico desde la ciencia.

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Para empezar, el peso es un número muy variable, por no decir hasta engañoso. Este puede variar entre 2 a 3 kg en un solo día por razones que no tienen nada que ver con la grasa corporal. Por ejemplo, la retención de líquidos, causada por un exceso de sodio, la menstruación o niveles altos de estrés, puede hacer que la balanza marque más sin que hayas ganado grasa. Algo similar ocurre después de consumir una comida alta en carbohidratos o una sesión intensa de ejercicio; los músculos almacenan glucógeno con agua, lo que aumenta el peso corporal temporalmente (y no, no tiene nada que ver con tener más grasa). Incluso los movimientos intestinales pueden hacer que el peso varíe; si no has ido al baño en un par de días, eso también influye en el número que ves en la balanza.

Por otra parte, el peso total de una persona no distingue entre masa muscular y grasa, ni tiene en cuenta la distribución de tejido adiposo en el cuerpo, que es un factor mucho más relevante para la salud metabólica. Por esta limitante es que el tan famoso (pero desactualizado) índice de masa corporal (IMC) ha sido criticado por su falta de precisión. Clasificar a una persona en “bajo peso”, “normal”, “sobrepeso” u “obesidad”, sin distinguir la composición de ese peso, reduce la complejidad de los cuerpos a algo mediocre y hasta peligroso. De hecho, estudios han demostrado que personas con “peso normal” pueden tener altos niveles de grasa visceral (asociada con enfermedades metabólicas) y que individuos con “sobrepeso” pueden estar metabólicamente sanos si llevan un estilo de vida activo y una alimentación equilibrada. Entonces, ¿realmente el peso lo dice todo? Pues no.

Además…

• ¿Sabías que es posible que el ejercicio genere un aumento de peso corporal? El entrenamiento de fuerza aumenta la masa muscular, que es más densa que la grasa.

• Un estudio publicado en “Journal of Adolescent Health” encontró que los comentarios sobre el peso en la infancia y adolescencia están fuertemente relacionados con una mayor insatisfacción corporal y dietas restrictivas en la adultez.

MI CUERPO, MIS REGLAS

A pesar de todo esto, seguimos viendo cómo el peso es aún un valor presente cuando hablamos de salud; basta con escuchar las conversaciones en torno a este tema. Y aquí viene algo que no terminamos de entender como sociedad: hablar del peso de otra persona puede tener consecuencias graves en su bienestar emocional. La cultura de la dieta nos ha condicionado a creer que un número en la balanza define éxito o fracaso, lo que puede desencadenar ansiedad, frustración u obsesión con la comida y trastornos de la conducta alimentaria. En pocas palabras: lo que dices sobre el peso de alguien puede dejar cicatrices emocionales profundas. ¿Realmente quieres eso para la otra persona?

Es hora de dejar de obsesionarnos con un número en la balanza, y empezar a valorar indicadores reales de salud: mejores niveles de energía, más fuerza, una mejor digestión, más calidad del sueño y un bienestar emocional. Es hora de cambiar el chip y dejar de dar una opinión no solicitada sobre el cuerpo de alguien más. Y es hora de entender que no podemos reducirnos únicamente al peso, sino que debemos contemplar otros factores relacionados a la salud metabólica, si es que de salud y bienestar real queremos hablar. //

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