“Se necesita mucho coraje e innovación” para satisfacer las necesidades informáticas vinculadas a la revolución de la inteligencia artificial (IA), dice Prasad Kalyanaraman, jefe de los centros de datos de Amazon Web Services (AWS), la rama de la tecnológica dedicada a la nube.
“Construir la tecnología adecuada, tanto en términos de consumir la menor cantidad de energía como de optimizarla, desde los chip que utilizamos hasta los centros que contienen los servidores... requiere mucha innovación”, afirmó.
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Con la explosión de la IA generativa (que incluye programas como ChatGPT) y sus aplicaciones en términos de productividad, las empresas de todo el mundo quieren dar el paso, o al menos experimentar.
Para no quedarse atrás, necesitan programas avanzados y, sobre todo, más potencia de procesamiento. Por eso recurren a los gigantes de la nube, un mercado dominado por AWS.
Kalyanaraman, vicepresidente de Infraestructura de AWS, es el responsable de garantizar que los centros de datos de Amazon, repartidos por todo el mundo, estén preparados para afrontar el reto. Sobre todo teniendo en cuenta que los dos principales rivales del grupo en la nube, sus vecinos estadounidenses Microsoft y Google, llevan la delantera en la carrera por desplegar herramientas de IA generativa.
Costos y conectividad
Amazon, pionero y líder del comercio en línea, lanzó su negocio en la nube en 2006, cuando el grupo se dio cuenta de que sus socios y proveedores externos no querían invertir ellos mismos en costosas salas de máquinas.
“Nos dimos cuenta de que a nuestros clientes les resultaba muy difícil implicarse en la construcción de esta infraestructura informática. Así que, ¿por qué no proporcionársela?”, un poco como las empresas de servicios públicos llevan la electricidad a los hogares, explica Kalyanaraman.
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AWS representa ahora casi el 20% de las ventas totales de la empresa y genera alrededor de dos tercios de sus ganancias.
Y con la aparición de la IA generativa, Amazon, al igual que Microsoft, ha anunciado la construcción de nuevos centros de datos de última generación en todo el mundo, a menudo desde cero.
“La mayoría de la gente utiliza la nube sin saberlo”
“Son proyectos bastante importantes”, señala el ejecutivo. “En primer lugar, obviamente tenemos que encontrar suficiente terreno (...). En general, nos instalamos lejos de las grandes ciudades” por razones de costos y medioambiente.
La conectividad también es un factor clave, porque los clientes quieren altas velocidades informáticas que se obtienen al estar más cerca de sus datos.
Además, se necesita una fuente de energía y líneas eléctricas que transporten la electricidad.
Energía y optimismo
Graduado del prestigioso Instituto Indio de Tecnología y por la Universidad Queen’s de Canadá, y empleado de Amazon durante casi veinte años, Kalyanaraman trabajó mucho tiempo en software antes de tener las llaves de los servidores informáticos.
“La mayoría de la gente utiliza la nube sin saberlo”, señala. “Si ves un video en streaming o entras en la web de tu banco para ver tus transacciones, estás usando la nube”.
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A pesar de sus innumerables usos y los abundantes ingresos fiscales para las comunidades, la proliferación de los centros de datos también provoca cierta exasperación.
Los edificios pueden infiltrarse en el paisaje bucólico de una zona y suponer una enorme carga para el suministro de energía local, sobrecargando las ya frágiles redes eléctricas.
El ejecutivo reconoce que la energía se ha convertido en “un recurso limitado en el mundo, sobre todo con la IA generativa”.
“No es algo que se pueda cambiar de la noche a la mañana”, prosigue, pero AWS “es el mayor comprador de energía renovable del mundo en la actualidad. Y lo ha sido durante cuatro años consecutivos”.
AWS se ha comprometido a convertirse en una empresa con cero emisiones de carbono para 2040.
Kalyanaraman, un típico tecnooptimista, está convencido de que la innovación vendrá al rescate. “Cada vez que nos hemos enfrentado a una limitación, hemos encontrado una forma de innovar”, insiste. “Veo (la IA) como una oportunidad”.
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