
La violencia de las extorsiones no se limita a amenazas. La madrugada de ayer, dos atentados en diferentes puntos de Lima marcaron un nuevo y alarmante nivel en el accionar de los extorsionadores. En la actualidad, los delincuentes no esperan recibir el pago del cupo para actuar, ahora sus advertencias se cumplen de inmediato. El mensaje es claro: quien no paga, arde.
Lee también: El imperio del ‘Monstruo’: cómo funciona su red criminal en Brasil y quiénes son los hombres que lo protegían
“Nos levantó el olor. Cuando nos asomamos por la ventana, todo estaba prendido. Escuchamos varias explosiones. Dicen que fueron extorsionadores. Aquí nadie se salva, todo está movido”, relató una vecina que fue testigo de cómo las llamas devoraban un edificio donde hasta hacía unas horas funcionaba una tienda de colchones. Según los trabajadores, desde hacía diez días venían siendo extorsionados, y la noche anterior, los criminales cumplieron su amenaza, provocando un incendio de grandes proporciones.

El ataque ocurrió alrededor de las 4:00 a.m., en la cuadra 5 de la avenida Gerardo Unger, en el límite de Los Olivos con Comas. Al lugar acudieron ocho unidades de bomberos, incluidas tres cisternas. Las amenazas contra el negocio y los trabajadores comenzaron el 14 de abril, cuando los trabajadores recibieron un mensaje de texto en el que se les exigía el pago de S/4.000 a cada uno a cambio de no atentar contra sus vidas ni las de sus familias. Menos de nueve días después atacaron el lugar.

“Te saluda ‘Los Malditos del Cono Sur’. No quiero hacerle daño a ninguno de ustedes, ni su familia, solo le pido que colaboren con nosotros. La suma es de S/4.000 cada uno. Le voy a llamar en una hora, quiero una respuesta, sino ya sabrán qué le pasará a su familia. Los tenemos muy vigilados a todos, no quiero matar a nadie”, decía el primer mensaje intimidatorio.

Para los empleados, algunos con casi una década trabajando en el negocio, esta situación era nueva. Si bien sabían que las extorsiones afectaban a otras zonas de la ciudad, jamás imaginaron convertirse en víctimas. Además, el mensaje no era claro. No sabían si la suma pedida era por cada trabajador o en conjunto. Tras informar a la dueña del local, el tema quedó sin resolverse.
Dos días después la amenaza se volvió más seria. No solo era un mensaje, estaba acompañado de un video donde un hombre lucía una máscara de payaso, vestía una casaca negra y un jean claro roto. Entre sus manos, sostenía un arma de fuego -elemento que empleó para amedrentarlos-. “Van a colaborar, porque -rastrilla el arma- uno por uno de tus trabajadores se van a morir. Somos de ‘Los Malditos del Cono Sur’, así que por favor colaboren. Estamos hablando en serio”.

Luego del siniestro, ya con la tienda reducida a cenizas, llegó una nueva amenaza por mensaje de texto. “Miren, como no quieren colaborar voy a prender todas sus tiendas, hasta sus casas. Uno por uno también los mataré”, se leía.

Esa misma madrugada, en Huaycán, Ate, otro caso de extorsión también terminó en llamas. Un extorsionador incendió una mototaxi dentro de una cochera, lo que provocó un fuego que no solo destruyó el vehículo, sino también parte de la vivienda de los dueños. La afectada, una mujer de la tercera edad, contó a Latina que ella y su esposo ya habían sido amenazados anteriormente y que su pareja incluso fue acuchillada. Los delincuentes les exigían S/5.000 a cambio de no hacerles daño.
Lee también: El imperio del ‘Monstruo’: cómo funciona su red criminal en Brasil y quiénes son los hombres que lo protegían
“Ya nos habían dejado…y ahora vuelven a atacarnos”,expresó la mujer afectada. Tanto su casa como la mototaxi quedaron completamente consumidas por el fuego. Pese a las denuncias que interpuso a raíz del ataque en el que su esposo fue acuchillado y tuvo que ser operado de urgencia, nada cambió.
Modalidad retro
El accionar de los extorsionadores actualmente se clasifica como una modalidad retro, en la que el delito inicia con la ejecución o materialización de la amenaza, y después se plantea la exigencia económica o negociación, informó a El Comercio el general PNP (r) Juan Carlos Sotil, exdirector de Investigación Criminal.
“Debido a la creciente frecuencia de la extorsión, los delincuentes se están especializando. Ya podríamos hablar de un iter criminis, como en el caso del secuestro, donde el proceso comienza con la selección de la víctima, seguido por el abordaje, la amenaza, el cobro… Es decir, todo un camino para concretar el delito. En la extorsión también estamos viendo esa evolución”, explicó el general PNP (r).
Lee también: El imperio del ‘Monstruo’: cómo funciona su red criminal en Brasil y quiénes son los hombres que lo protegían
El experto detalló que actualmente los extorsionadores seleccionan cuidadosamente a sus víctimas, para luego iniciar el envío de mensajes extorsivos, continuar con la comunicación e intimidación, y así generar zozobra y miedo. Después se determina la exigencia económica y finalmente se ejecuta el ataque. A diferencia del secuestro, no hay una negociación previa, sino una posterior, que se concreta con el pago del cupo.
“Antes, las amenazas rara vez se materializaban, ya que solían cumplir su objetivo con métodos violentos o no violentos. Sin embargo, esto ha cambiado. Los extorsionadores empezaron con pirotécnicos, luego con explosivos artesanales, en algunos casos con granadas, y últimamente con incendios. Todo esto se ha convertido en un mecanismo para materializar las amenazas extorsivas”, señaló Sotil.

Asimismo, indicó que la extorsión se ha convertido en un delito en tendencia, similar a lo que en su momento fueron el raqueteo, las tenderas o los “comberos” -delincuentes que robaban tiendas previstos de combas-. “Hoy, cualquier persona con un teléfono celular puede extorsionar. Antes, este delito ocupaba el cuarto o quinto lugar en incidencia en el Perú. Ahora esa realidad se ha invertido”, advirtió.
Finalmente, el general (r) Juan Carlos Sotil insistió en la necesidad de fortalecer las unidades de investigación criminal, con el fin de enfrentar de forma eficaz a la criminalidad organizada, que además opera cada vez más con tecnologías avanzadas. También destacó la importancia de reincorporar a investigadores especializados que han sido trasladados a unidades preventivas o administrativas.