"A la gran mayoría nos sucede que, en ocasiones, nos cuesta diferenciar entre el ‘hambre real’ (el que nos avisa que nuestro cuerpo necesita energía) y el ‘hambre por estrés’ o ansiedad". (Foto: iStock)
"A la gran mayoría nos sucede que, en ocasiones, nos cuesta diferenciar entre el ‘hambre real’ (el que nos avisa que nuestro cuerpo necesita energía) y el ‘hambre por estrés’ o ansiedad". (Foto: iStock)
Sandra Chikhani

Si llevamos una alimentación balanceada, sin restricciones, podemos conocer algunas pautas de alimentación consciente que nos ayudan a conectar con ciertas señales físicas. Así, aprendemos a percibir si nos sentimos con hambre o si quizás se trata de algo más.

LEE TAMBIÉN | ¿Dónde está el atajo?

A la gran mayoría nos sucede que, en ocasiones, nos cuesta diferenciar entre el ‘hambre real’ (el que nos avisa que nuestro cuerpo necesita energía) y el ‘hambre por estrés’ o ansiedad. En la medida en que más sintonicemos con nuestro cuerpo, más nos conozcamos y más cerca nos sintamos de identificar nuestras señales y sensaciones, más fácil nos será discernir de qué se trata. ¿Qué hay detrás de ese apetito? Sabremos si es estrés, ansiedad, aburrimiento, necesidad de un golpe de dopamina o si es una verdadera necesidad de “gasolina”.

Newsletter exclusivo para suscriptores

Nora Sugobono

También nos será más sencillo dejar de comer cuando las señales de saciedad aparezcan, porque estaremos más atentos a ellas, tendremos la calma suficiente para percibirlas e inclusive colaborar para que nuestro cuerpo las sienta con claridad.

LEE TAMBIÉN | Ser feliz también se entrena

¿Cómo podemos diferenciar entre hambre por estrés, ansiedad o nervios, y hambre por necesidad de energía? Aquí te dejo seis señales:

1. El hambre por energía viene en forma gradual; el hambre por estrés llega de pronto.

2. Cuando es hambre real, estamos dispuestos a comer lo que hay. Cuando es estrés o ansiedad, queremos algo específico.

3. Cuando comemos con apetito —porque necesitamos energía— estamos generalmente, más presentes. Cuando comemos por estrés, nos desconectamos, casi por completo.

4. El hambre real tiene un principio y un final. Es más fácil decir: “tengo hambre, ya no tengo hambre”. El hambre por estrés es difícil de “calmar” o “atenuar”.

5. Saciar nuestro hambre real produce, en general, satisfacción. Cuando comemos por estrés o ansiedad, podemos sentirnos mal, culpables o molestos con nosotros mismos.

6. El hambre real puede esperar; el hambre por estrés pareciera necesitar ser “calmada” de inmediato. Es más impulsivo.

Anímate a descubrir lo que tu cuerpo dice. Date la oportunidad de experimentar el comer despacio, sin distracciones, en un ambiente sereno. Proponte recordar las seis señales y trabaja en conocerte más. Es uno de los mejores regalos. //

Contenido Sugerido

Contenido GEC