
Con respecto al crecimiento del 3,3% del PBI del año pasado y 4% para el presente:
•Primero, un crecimiento el 2024, antecedido de un decrecimiento como el del 2023, no es un crecimiento, es un rebote. Segundo, un sólido crecimiento se sustenta y sostiene en la expansión clara de la inversión privada, hecho inexistente el año pasado, dondecreció sólo 2,6%. Este año su comportamiento será clave.
•En opinión de diferentes entidades, hasta hoy se estima un crecimiento de sólo 2,8% para este año, mostrando desaceleración. Todo esto se explicaría por una esperada ralentización del crecimiento en EE.UU., China e India en el marco de un entorno comercial y geopolítico impredecibles y donde el escenario sociopólítico nacional será complicado dado el año preelectoral y la inseguridad que sufre el país. Difícil el 4%, pero no imposible.
•Nunca como hoy tuvimos precios internacionales de ‘commmodities’ mineros tan favorables, acompañados de bajas cotizaciones internacionales en los granos que importamos. Eso ha ayudado mucho a que sólo el frente comercial externo de Perú explique alrededor de un tercio de la recuperación de la actividad económica del año pasado. Si este beneficio exógeno se pierde, será complicado alcanzar el 4% del MEF.
•De otro lado, la inversión pública llegó a crecer dos dígitos (14,1%), pero la verdad ese ritmo será difícil de sostener dada la urgencia de retomar el cumplimiento de las metas en materia fiscal. Adicionalmente, la inversión pública está en Perú estructuralmente limitada en su capacidad reactivadora, dadas su carencia de eficiencia, productividad, transparencia y presencia de corrupción. No sobre estimemos su efectividad.

Con respecto a la inflación del 1,97% consideremos lo siguiente:
•La normalización de los precios internacionales de la energía y los granos luego de experimentada la crisis del Covid, así como la escasa volatilidad cambiaria y un manejo prudente de la tasa de referencia y repos en nuestro BCR, condujeron a la presencia en Perú de un ritmo de inflación ejemplar en el globo.
•Sin embargo, la inflación que llegó a algo más del 8% tres años atrás no está excenta de una posible rebrote de origen externo. Hoy en día la posibilidad de una crisis geopolítica es permanente y se complica más con la potencial guerra arancelaria-tecnológica que lideraría EE.UU. En ese contexto sería difícil mantener nuestra inflación inmune.
•No debemos perder de vista que hoy el proceso de globalización está retrocediendo. Ello comprometería una reorientación forzada de mercados, un deterioro de los estandares esperados de productividad internacional y sobrecostos que se trasladarían al consumidor. Es más, es posible que por causa de lo señalado el ritmo de inflación internacional se reacomode a una tasa superior a la que experimentamos hoy.
¿Qué queda por hacer? El reto es grande, mas aún cuando navegamos sin institucionalidad, sin adecuada gobernanza y con un proceso electoral complicado a cuestas. Sin embargo, aún nuestra macroeconomía nos diferencia positivamente del resto de la región, de allí que resulte un objetivo nacional evitar que la irresponsabilidad del actual entorno político intente interferir en la labor del BCR y del MEF. Ni un paso atrás.