Las redes sociales del presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, parecen ser una fuente inagotable de pruebas de su afinidad con Sendero Luminoso y el terrorismo. A su conocida exaltación de una de las peores cabecillas de la gavilla asesina (“Nuestro mejor homenaje a ti, Edith Lagos”, escribió en junio del 2017), vinieron a sumarse pronto expresiones anteriores que apuntaban en el mismo sentido. Se conoció, por ejemplo, que, en setiembre del 2015, Bellido había publicado un mensaje en el que calificaba a la ya mencionada terrorista como “una verdadera revolucionaria” y llamaba a rendir “honor a nuestros mártires del pueblo”. Compartía además en esa misma ocasión una imagen de promoción de un “taller libertario y revolucionario” en el que se aludía a Edith Lagos como a una “camarada peruana caída en combate”.
Nos enteramos más tarde, por otra parte, de que el ahora jefe del Gabinete había cuestionado la negativa al intento de inscripción del Movadef –reconocido organismo de fachada de Sendero Luminoso– como partido político. Y que en otra nota del 2015 había hablado del “conflicto interno” en el que “nuestro pueblo, después de una larga lucha, organización, asimilación ideológica, rompe el paredón del miedo y la indignación para dar paso a la construcción de un nuevo estado a través de la lucha armada” y se refiere a ello como una “etapa que los hijos de los campesinos hoy seguimos llevando en la mente y el corazón como una tarea sin terminar”.
Supimos asimismo que, en el 2014, había colgado otro mensaje en el que afirmaba que “el poder se conquista a través de la violencia” y se conserva “solo a través de la dictadura”. “¿Qué parte no comprenden?”, les preguntaba en esa oportunidad a sus interlocutores. Y agregaba: “Es momento de iniciar un nuevo proceso”.
Pues bien, como si eso no hubiera sido suficiente para comprobar que nos encontramos ante un apologeta del baño de sangre que Guzmán y su banda criminal produjeron en el país en las décadas del 80 y el 90, este fin de semana han aparecido dos nuevos datos provenientes de sus redes sociales que abundan en la caracterización de ese perfil. Por un lado, una foto que se tomó en el 2011 durante una visita al Museo de la Nación y en la que posa al lado de una imagen de una de las “escuelas populares” de Sendero en la que asoma también un fresco de Abimael Guzmán. Y por otro, una publicación del 2019 en la que el actual jefe del Gabinete Ministerial afirmó suscribir un texto en el que se cita al cabecilla terrorista denominándolo “presidente Gonzalo”.
Como en los anteriores casos (en los que responsabilizó de los mensajes que lo comprometen con el senderismo a los troles o dijo no tener memoria de haberlos colocado en sus redes sociales), esta vez el ministro ha procurado desentenderse de lo que la fotografía que comentamos sugiere, alegando que fue una de tantas que se sacó con sus compañeros durante una actividad universitaria a la que lo llevaron “por ser un alumno destacado”. “Que ahora quieran hacer parecer otra cosa, yo lo rechazo totalmente”, ha señalado.
Pero la verdad es que el vocero oficial del Gobierno pretende que creamos en demasiadas coincidencias. Hablamos de no menos de seis mensajes que atañen a lo mismo y que, por lo tanto, conforman una constelación de actos orientados hacia el mismo fin: “reivindicar” a la peor banda de asesinos de la que se tenga memoria en nuestro país. Es en ese contexto que tenemos que ubicar la foto en la que posa al lado de una imagen en la que las huestes de Guzmán marchan como preparándose para desatar la violencia que siempre las caracterizó. Y en ese contexto, es una declaración de parte.
¿Necesita algo más el jefe del Estado para comprender que es su obligación librarnos de la humillación que supone tener de presidente del Consejo de Ministros a un personaje que, en el mejor de los casos, es complaciente con la sevicia terrorista? Mientras siga guardando un pasmoso silencio al respecto, no lo sabremos.
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